Las Palabras son Energía
Cada palabra que pronunciamos tiene vida propia, una firma vibratoria que crea ondas en la extensión del universo.
Cuando hablamos o escribimos, utilizamos las palabras para transmitir nuestro significado, además de energía. Podemos hablar a nuestro bebé, a nuestro jefe o a una audiencia de 500 personas. Podemos estar escribiendo una carta de amor, un memorándum relacionado con el trabajo o una entrada en nuestro propio diario. En cualquier caso, cada palabra que utilizamos tiene vida propia, una firma vibratoria que crea ondas del mismo modo que una nota musical. Y como las notas musicales, nuestras palabras viven en comunidades de otras palabras y cambian en relación con las palabras que las rodean. Cuando somos conscientes de la energía que hay detrás de nuestras palabras, somos capaces de crear una música hermosa en el mundo. Si no somos conscientes del poder de las palabras, corremos el riesgo de crear una ruidosa perturbación.
Algunos lo saben instintivamente, otros lo van comprendiendo poco a poco. Sin embargo, la mayoría de nosotros hablamos sin pensar al menos una parte del tiempo, soltando nuestros sentimientos y pensamientos sin tener demasiado en cuenta las palabras que elegimos para expresarlos. Cuando nos recordamos a nosotros mismos que nuestras palabras tienen un impacto en el mundo a nivel de energía, es posible que queramos ser más conscientes de nuestro uso del lenguaje.
Una forma divertida de aumentar nuestra sensibilidad al poder de las palabras es simplemente hacer una lista de nuestras palabras favoritas y fijarnos en la energía que contienen. Podemos escribirlas y colgarlas donde podamos verlas, o pronunciarlas, sintiendo cómo reverberan en el aire a nuestro alrededor. Es como aprender a tocar conscientemente un instrumento que hemos estado tocando inconscientemente durante la mayor parte de nuestras vidas, y el efecto puede ser sorprendente y divertido. A medida que nos sintamos más cómodos y seguros tocando el instrumento del lenguaje, empezaremos a componer mensajes hermosos, creando energía positiva cada vez que escribamos o hablemos.
Según los estudios del Dr Masaru Emoto, las moleculas del agua reaccionan a las palabras a ella dirigidas al cambiar su estructura. Con palabras dulces y amables recuperan su estructura cristalina precisa y en caso contrario se desintegran.
Piensa ahora, el ser humano constituye aproximadamente de 60% agua, un perro 70% tal como nuestro planeta.
Las palabras que nos dirigimos a nosotros mismos o a otras personas estabilizan o desestabilizan sus moleculas?
Y ahora piensa un poco sobre como el agua conduce las frecuencias (electricidad).
Es tan fácil poner nuestro granito de arena por una mejor vida para nosotros y para nuestro entorno.